Hoy sólo me he conseguido animar con la canción de Jason Mraz y James Morrison... esa que dice;
If it’s a broken part replace it
If it’s a broken arm embrace it
If it’s a broken heart ...then face it,
and Hold your own,
Know your name,
Go your own way.
And everything will be fine, ...everything will be fine :)
Y me la he puesto en bucle en el tren y me he sentido un poco mejor.
Es como en verano, cuando estás en el patio de tu abuela, debajo de la higuera, y coges una. Y está riquísima, tan dulce, y tan sabrosa. Es difícil imaginar un sabor que llene tanto los sentidos. Y luego coges otra y otra... y otra. Pero las siguientes están más arriba, y te estiras para llegar. Y sigues comiendo. Llega un punto donde sabes que tienes que parar, porque ya no llegas, y tienes la tripa llena, pero sabes que los otros higos, tal vez los más dulces, siguen ahí, mirándote entre las hojas y los rayitos de luz.
Te tumbas apoyada en el tronco y observas, e imaginas... Que te gustan mucho. Que te hacen sentir sabores increíbles. Y sabes también que llegados a este punto no te convienen pero decides subir a una rama y encaramarte para conseguir unos pocos más. Es una higuera tan alta, tan fuerte, tan generosa. Y subes y subes y comes. Y de pronto la rama cede y te caes.
Y te despiertas en el suelo, entre las hojas, con el pelo revuelto, la tripa hinchada, las rodillas rascadas. Satisfecha pero dolorida. Y te das cuenta que tal vez no supiste parar a tiempo, que tal vez deberías haber subido a una rama más fuerte, o tal vez que hay que buscar una higuera más bajita. Sea lo que sea se te han teñido los labios de rojo para una buena temporada.